Día de sol, brisa cálida en el rostro. Lluvia, viento frío y nubes negras aproximándose. Para lo amantes del running, el clima no parece ser un factor determinante de la actividad. En invierno o en verano, de día o de noche, los corredores invaden los parques porteños en un intento por intercalar la pasión en la rutina del trabajo y las obligaciones diarias. Un recreo. Un escape.
En los últimos años el número de corredores aficionados ha ido incrementándose con sorprendente rapidez, al igual que las competencias deportivas y maratones que los congregan y las empresas interesadas en sponsorear este tipo de eventos.
Es que las maratones ya no son exclusividad de los atletas profesionales sino que han sido copadas por todos aquellos que quieren probarse a sí mismos, superarse, ponerse una meta y alcanzarla.
Si bien parece que las chicas prefieren correr de día, lo cierto es que la actividad no distingue géneros ni edades, y el objetivo en común es despejar la cabeza y aprovechar el running como la mejor de las terapias.
"La gente se está dando cuenta de que correr hace muy bien. También te hace estar más activo y te saca los problemas de la cabeza. Además, te hace sentir protagonista de un deporte", opina Sebastián Tagle, creador del Club de Corredores.
"La gente se está dando cuenta de que correr hace muy bien. También te hace estar más activo y te saca los problemas de la cabeza. Además, te hace sentir protagonista de un deporte", opina Sebastián Tagle, creador del Club de Corredores.
Al igual que se observa en los parques los días de entrenamiento, en las maratones cada cual compite contra sí mismo, contra sus dolencias, su tiempo, sus miedos, sus deseos, sus ganas de saber hasta dónde se es capaz de llegar. El desafío resulta cada vez más gratificante y, en cierto punto, adictivo: el sólo hecho de participar en una maratón incentiva a participar en otra. Y, aunque muchos sedentarios todavía se preguntan por qué correr, lo cierto es que la apuesta continúa aumentando.
Para perder unos kilos, para acompañar a un amigo, para hacer algo distinto. Más allá de cómo empiece, lo cierto es que el correr se transforma en una pasión.
Para Osvaldo Freije, maratonista aficionado, la actividad se inició para corregir un problema postural. Hoy, años después, el running es parte de su vida y su rutina diaria. Los entrenamientos en los lagos de Palermo o el Parque de los Niños hacen de él su propio trainer en una disciplina que lo ha llevado más allá de sus propios límites. Tras correr varias carreras de calle en Buenos Aires, Osvaldo se animó a continuar la aventura en el corazón del mundo: New York City.
Por Wanda Marzullo