viernes, 1 de octubre de 2010

¿Genéticamente infiel?

Si tu suegro es un mujeriego empedernido, ¡atenta! Porque ese dato que parece ajeno a vos puede tener serias repercusiones en tu relación de pareja. Según un estudio del Instituto Karolinska de Estocolmo, “en el genoma humano, el alelo 334 (gestionador natural de vasopresina) es el responsable de la infidelidad masculina, afectando la manera en la que los hombres se relacionan con sus parejas”.

Cinco años de análisis a más de mil parejas heterosexuales demostró que los hombres portadores de dos copias del alelo 334 - dos de cada cinco en el estudio - sufrían mayores crisis y confesaban tener lazos menos fuertes con sus esposas, quienes se sentían insatisfechas.


La influencia de los niveles de la hormona vasopresina (que también es segregada durante el orgasmo) denota una limitación en la capacidad social. Este hallazgo servirá también para la investigación de patologías como el autismo o la fobia social, y no sólo como una excusa para la promiscuidad masculina”, aclaran los investigadores.

Pero no se adelanten, mujeres, que tampoco estamos excentas de las voluntades de la genética. Según un estudio realizado por científicos del Hospital Santo Thomas de Londres, Inglaterra, coincide: “En la infidelidad femenina también podrían tener que ver factores genéticos”, señaló el investigador Tim Spector tras estudiar el comportamiento sexual de hermanas mellizas. Según él, si una de ellas es infiel, las probabilidades de que la otra también lo sea son del 55 por ciento, debido a la gran cantidad de genes idénticos que comparten.

No todas las mujeres son infieles, pero, de acuerdo con nuestro estudio sí están preparadas genéticamente para serlo”, explica Spector. El estudio - realizado sobre 1.600 parejas de gemelas - demuestra que la infidelidad femenina persiste “porque es evolutivamente ventajosa para la mujer”. A través de los años, estudios de ciertas tribus indígenas han demostrado que las mujeres que eligen a varios hombres para procrear son más fértiles, y sus hijos tienen un mayor índice de supervivencia.

Por otra parte, un estudio realizado por los profesores Steven Gangestad, Randy Thornhill y Christine Garver, de la Universidad de Nuevo México, ha demostrado que las mujeres son sexualmente más activas pocos días antes, durante y después de su período de ovulación. Sin embargo, “los resultados muestran que las mujeres presentaron mayor interés sexual y fantasías hacia el resto de los hombres y no hacia sus parejas”, comentan Gangestad y Thornhill.


Los investigadores distinguen diferentes tipos de engaños:
1. El informático (que no va más allá de una webcam).

2. El inocente (que no sobrepasa el coqueteo).
3. El platónico (que no pasa del morreo).
4. El “plutónico” (que es infidelidad aquí y en cualquier otro planeta).

Para la sexóloga Janis Springs, autora de After the affaire, la infidelidad afecta a casi un tercio de las parejas. En promedio, las estadísticas de infidelidad aseguran que el 60% de los hombres son infieles, y que el 40% de mujeres les sigue los pasos. Sin embargo, m
ientras la infidelidad masculina se mantiene en una meseta de alrededor del 50%, la femenina, desde hace unos 20 años, se ha incrementado progresivamente.

Es poco probable que un solo gen tenga una influencia clave, es más posible que haya un grupo de genes que participen en esto", afirmó el investigador Tim Spector. Sin embargo, aclaró que son los factores sociales - como la atracción por lo prohibido u otras características particulares de la personalidad del individuo - los que tienen una mayor influencia al momento de ser o no infiel. Más allá de las cifras y la genética, la realidad es que la infidelidad es una cuestión cultural y, por tal motivo, no hay genética que la ampare.




* Curiosidad! Son muchas las sociedades en las cuales las mujeres pueden tener varios amantes y esto es aceptado por sus miembros: los pahari del norte de la India, los inuit, los surui de Brasil, los mosuo de China y algunas tribus del África subsahariana y de Nueva Zelanda. También los primeros habitantes de las Canarias, los guanches, la practicaban.




Por Wanda Marzullo

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